Cómo mantener la campaña comunicacional contra Cuba

Norelys Morales Aguilera.─ El pasado 14 de julio del 2021 el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, revelaba la amplificación artificial de la etiqueta #SOSCuba con sistemas de alta tecnología y trolls, como parte de una operación comunicacional contra la isla.

Asimismo, denunció la creación de perfiles falsos capaces de enviar miles de réplicas en menos de un minuto de ese hashtag, asociado a la solicitud de una supuesta intervención humanitaria en el país. Según ilustró, una sola cuenta localizada en el exterior puso más de mil mensajes en Twitter, tanto el 10 de julio como el día siguiente, a razón de cinco retuits en un segundo.[1]

Este 15 y 16 de julio 2022 las redes sociales volvieron a ser escenario de una nueva campaña contra Cuba, con el propósito provocar la desestabilización del país y derrocar al gobierno revolucionario de la isla. La campaña no se detiene en el intento.

Desde esas plataformas digitales se realizan, de manera impune, llamados a la desobediencia civil, mientras se tergiversan noticias e informaciones con el propósito de fracturar la unidad y quebrantar la paz social.

No hay que olvidar que Estados Unidos creó el Grupo de Tarea instruido por el memorando presidencial de seguridad nacional del 16 de junio de 2017. Durante su creación fue dirigido por el subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental y lo integraron otros funcionarios del Departamento de Estado, expertos de la Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB), la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), la Administración Nacional de Telecomunicaciones e Información del Departamento de Comercio, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), Freedom House (organización no gubernamental con sede en Washington DC) y el Consejo de la Industria de las Tecnologías de la Información (Information Technology Industry Council). Sería iluso no considerar la mano de la CIA y otras entidades de las estructuras de fuerza de los Estados Unidos en las actividades de este Grupo Operativo, ha señalado la experta Olga Rosa González Martín. [2]

González Martín, indicó que actualmente, en las operaciones subversivas contra la Isla, participan desde los altos funcionarios del gobierno de los Estados Unidos (directamente de la Casa Blanca y el congreso), organizaciones contrarrevolucionarias y otras entidades que forman parte de las estructuras gubernamentales u otras contratadas para ejecutar acciones específicas, como se ha hecho históricamente.

Eso se confirmó este 11 de julio 2022 cuando, siguiendo la lógica de ataque despiadado a Cuba, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, subrayó que EE.UU. «seguirá ayudando al pueblo cubano» en su «lucha por la democracia», y seguirá buscando la «rendición de cuentas» de los funcionarios cubanos por «los abusos» en materia de derechos humanos.

En un comunicado con motivo del primer aniversario de las protestas en Cuba, Blinken pidió la «inmediata» liberación de los presos políticos de la isla. (Y ¿los presos de EE.UU. qué?)

Este 16 de julio, la Unión de periodistas de Cuba (UPEC) informó que sus especialistas identificaron etiquetas que arengan a los cubanos a la violencia callejera para crear disturbios como los ocurridos el 11 y 12 de julio de 2021 en varias provincias. [3]

El análisis detectó ocho mil 190 usuarios que han generado 27 mil 301 interacciones en los últimos siete días.

Estos internautas conforman seis comunidades nucleadas alrededor de cuentas muy activas con actividad inorgánica en las redes, ubicadas fundamente en cuatro países, Estados Unidos, Venezuela, México y Colombia, apuntó la fuente.

Sobresalen –agregó- los operadores de Venezuela, México y Colombia, de acuerdo con la ubicación que ellos le dan a Twittter, pero es muy probable que una parte nada despreciable estén realmente en España, donde la etiqueta logró ser Trending Topic.

También la plataforma de comunicación Dominio Cuba denunció recientemente la campaña contra la isla en las aplicaciones de redes sociales, ante la cual las transnacionales mantienen una política de permisibilidad.

Algunas herramientas de análisis de Twitter ubican en Cuba la nueva fantasía digital de la ultraderecha que arenga a los cubanos a la violencia callejera, informó el sitio. Pero los usuarios más activos que aparecen tuiteando desde La Habana están fuera de Cuba. Así mantienen el ataque de la campaña comunicacional contra la Isla.

Así fue activado el trolls-center llamando a la violencia en Cuba, liderado por usuarios que están físicamente fuera de la nación cubana.

Así serán también nuevamente derrotados por la realidad, dura, pero inequívoca de Cuba.

Notas

[1] https://misiones.cubaminrex.cu/es/articulo/revelan-operacion-comunicacional-para-alentar-intervencion-en-cuba

[2] https://www.cubaperiodistas.cu/index.php/2022/07/el-uso-del-poder-informacional-de-los-estados-unidos-en-su-conflicto-con-cuba-segunda-parte

[3] https://www.prensa-latina.cu/2022/07/17/redes-sociales-escenario-de-actividad-subversiva-contra-cuba

Biden reconoce que Estados Unidos da pasos hacia atrás

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, lamentó que su país dé “pasos hacia atrás” en un mensaje desde los jardines de la Casa Blanca para conmemorar el aniversario 246 de la independencia nacional.

Después de hacer un trabajo duro par sentar las bases para un mejor futuro, lo peor de nuestro pasado nos hala de vez en cuando, expresó el mandatario, que no se refirió directamente a hechos como la reciente sentencia del Tribunal Supremo contra el derecho al aborto, por ejemplo.

No obstante, Biden sí resaltó que en los últimos tiempos algunas señales indican cómo “este país va hacia atrás”, expresó que “la libertad se ha reducido”, y que “derechos aparentemente protegidos ya no lo están”.

El gobernante hizo alusión al tiroteo masivo de esa mañana en la localidad de Highland Park, cercana a Chicago (Illinois), donde un joven de 22 años identificado como Robert Crimo disparó contra una multitud, mató a seis personas e hirió a otras 31. El presidente Biden prometió asistencia federal para capturar al tirador, quien todavía está prófugo y es considerado como “armado y peligroso”.

Lo ocurrido hoy nos recuerda que nuestra democracia no está garantizada, apuntó el jefe de Estado, quien también advirtió el esfuerzo para aprobar en el Congreso la semana pasada la primera iniciativa legal en décadas que limita, aunque no todo lo necesario, el porte de armas de fuego.

Las ambiciones de unos cuantos no pueden primar sobre las aspiraciones de muchos, afirmó el ocupante del Despacho Oval.

A pesar del alza de los precios y los altos índices de desaprobación que las encuestas otorgan a Biden, el jefe del ejecutivo norteamericano se mostró optimista y dijo que la economía estadounidense sigue siendo la “más fuerte” del mundo.

La inflación se encuentra en su índice más alto de los últimos 40 años, el 8,6 por ciento, y siete de cada 10 economistas creen que podría ocurrir una recesión este año o el próximo ante el descenso del Producto Interno Bruto, según un estudio de The Financial Times y la Universidad de Chicago.

Fuente: https://novedad-news.info

Las Guerras Híbridas y el rol de la OEA

Silvina Romano, Aníbal García Fernández.- La OEA tiene un extenso prontuario intervencionista. Sus acciones y sus declaraciones no son hechos aislados: hacen parte de la guerra híbrida practicada por el establishment norteamericano, como actualización estratégica de las viejas doctrinas de seguridad nacional.

Reunión de la OEA

En las últimas décadas fuimos testigos de diversos mecanismos de desestabilización que condujeron a golpes de Estado “blandos” o convencionales. En estos procesos se articularon diversas estrategias implementadas por las derechas y las elites locales, que en ocasiones encontraron apoyo en gobiernos o sectores de poder de países como EE. UU. e incluso de miembros de la Unión Europea. Los vínculos organizacionales y personales que habilitan estas relaciones tienen como base una arquitectura institucional creada, en buena medida, a inicios de la Guerra Fría, y consolidada a lo largo de las últimas siete décadas

En aquel entonces, con la excusa de la “contención del comunismo” —preocupación máxima de la política exterior de EE. UU.— se organizó su aparato de inteligencia, incluyendo la institucionalización de la guerra psicológica. Esta guerra formaba parte de una serie de estrategias que podían operar en conjunto o de forma aislada, incorporando entre otras cuestiones a las operaciones encubiertas: “… actividades conducidas o financiadas por este gobierno contra Estados o grupos extranjeros hostiles, o a favor de Estados aliados, que se planean y ejecutan de modo tal que el gobierno estadounidense no aparece como responsable, a los fines de poder desentenderse de tales hechos y personas [incluyendo] propaganda, guerra económica, (…) asistencia a movimientos insurgentes, guerrillas y grupos de refugiados, así como el apoyo a grupos anticomunistas locales en países que estén amenazados por el comunismo en el mundo libre” (FRUS, 1945-1950).

A su vez, la guerra psicológica fue organizada y definida bajo el paraguas de lo que se dio en llamar “guerra política”, entendida como la continuación de la guerra por otros medios. Esta abarcaba desde acciones abiertas como alianzas políticas, medidas económicas y propaganda, hasta acciones encubiertas y apoyo clandestino a socios o amigos en otros países, así como la guerra psicológica y el apoyo e incentivo de la resistencia de base en países enemigos (FRUS, 1948).

Con el transcurso de las décadas, parte de estas estrategias se fueron naturalizando. Pasaron a formar parte de la “diplomacia pública” y se institucionalizaron en buena medida a través de una arquitectura de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales articuladas en torno a la “asistencia para el desarrollo”. Tanto estas herramientas como las actividades vinculadas a operativos encubiertos se articulan en torno a procesos de desestabilización que pueden ser concebidos como guerras híbridas (Korybko, 2019). Incluyen acciones de guerra “que pueden ser en, gran medida, no imputables y, por tanto, aplicables en aquellas situaciones en las que acciones más abiertas —y atendiendo a su grado de exposición—, podrían generar rechazo” (García Guindo y Martínez Valera González, 2015), y son reconocidas como una continuación o de la “guerra especial o “limitada o flexible”, que en América Latina es identificada como una guerra contrainsurgente.

Un aspecto clave del componente de guerra psicológica y política en las guerras híbridas es la manipulación de la opinión pública local y global. En la era de las comunicaciones, es clave el posicionamiento de medios de comunicación y el clima imperante en las redes sociales. En los procesos de desestabilización suele operar con bastante eficiencia una manufacturación de consenso (Chomsky y Herman, 2000) entre voces expertas y líderes de opinión que inclinan las percepciones y sentimientos a favor o en contra de determinados grupos, sectores o líderes políticos. Los organismos internacionales y regionales pueden ocupar un rol importante en esta dinámica.

La vía diplomática como presión política: el rol de la OEA en la guerra híbrida

Los organismos regionales e internacionales vienen desarrollando un rol importante en la configuración, legalización y legitimación de esta arquitectura institucional de Guerra Fría, anclada en las relaciones centro-periferia. Uno de los ejemplos más claros en la región es el rol de la OEA, activa en operaciones de desestabilización y golpes de Estado contra gobiernos calificados como comunistas o progresistas. Según diversos expertos, organismos como la OEA “facilitan la expansión de las fuerzas económicas y sociales dominantes con las siguientes características: 1) encarnan las reglas que facilitan la expansión de órdenes mundiales hegemónicos; 2) son en sí mismas un producto del orden mundial hegemónico; 3) legitiman ideológicamente las normas del orden mundial; 4) cooptan a las élites de los países periféricos y 5) absorben las ideas contra hegemónicas” (Cox, 1981).

“Fue en el golpe de Estado en Bolivia en donde la injerencia de la OEA adquirió su grado máximo, cambiando el rumbo de la política interna y allanando el terreno a un golpe de Estado”

El antecedente más contundente en este sentido fue el operativo de guerra psicológica implementado contra el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala (1951-1954), que incluyó deliberadamente la presión diplomática. En los documentos de la Décima Conferencia Interamericana realizada en marzo de 1954 en Caracas podemos leer: “la amenaza de una conferencia de la OEA o de Ministros de Relaciones Exteriores debe ser realizada y reiterada en el modo debido. El objetivo de la conferencia es proporcionar evidencia de que Guatemala constituye una amenaza para la solidaridad hemisférica y para la seguridad interna de las naciones debido a la agresiva subversión comunista” (FRUS, 1952-1954). También se evidencia este objetivo en los documentos del “Operativo Éxito”, mediante el cual se organizó la desestabilización y golpe de Estado contra el gobierno de Arbenz. Desde entonces, la OEA siguió legitimando procesos de intervención en asuntos internos, apoyando la desestabilización y desmoralización de gobiernos de turno.

¿Qué hace la OEA hoy?

Es precisamente en tiempo de gobiernos progresistas, y en particular a partir de la asunción de Luis Almagro como Secretario General, que la OEA encarnó con mayor visibilidad y potencia el injerencismo, en sintonía con el “imperialismo recargado” de Donald Trump (Romano, 2020). Las políticas respecto a Venezuela son solo una muestra de la falta de apego a las normas y de la evidente sumisión a intereses concretos de determinados gobiernos, como el de EE.UU.

No obstante, fue en el golpe de Estado en Bolivia en donde la injerencia de la OEA adquirió su grado máximo, cambiando el rumbo de la política interna y allanando el terreno a un golpe de Estado. En las elecciones de octubre de 2019, la Misión de Observación Electoral de la OEA afirmó en un informe preliminar la presunta existencia de un fraude de parte del partido oficialista (el Movimiento al Socialismo). Dicho informe, que sostenía la hipótesis de golpe sin pruebas fehacientes, fue tomado como una prueba de verdad por diferentes actores: por la oposición y voces expertas locales, y a nivel internacional por los medios de comunicación y las redes sociales.

Pero, ¿por qué tuvo tanta fuerza esa opinión de la Misión de Observación Electoral? ¿Qué fue lo que permitió que influyera rápidamente a nivel local e internacional? Esto se debe al mencionado entramado institucional, que persiste desde la Guerra Fría hasta la actualidad. Este se encarga de articular intereses, financiamiento y personas y organizaciones —que de modo deliberado o no— promueven ideas y políticas contrarias a la soberanía, la autodeterminación y la intervención del Estado en la economía. Una de las trayectorias personales más interesantes en este sentido es la del propio Almagro, vinculado desde mucho antes de las elecciones de 2019 a parte de la derecha boliviana y a instituciones regionales y globales.

En diciembre de 2019, a poco tiempo de perpetrado el Golpe en Bolivia, Arturo Murillo, ministro del gobierno de facto, inauguró su cargo viajando a EE.UU. Allí sostuvo reuniones con Luis Almagro y con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). También visitó a Mauricio Claver-Carone (actual presidente del BID) y participó del evento en AS/COA junto al senador norteamericano Marco Rubio.
En 2017 Almagro fue galardonado en Washington con el premio Freedom (Erbol, 2017). Recibió el premio de mano del expresidente boliviano, Jorge “Tuto” Quiroga, en presencia del opositor venezolano Carlos Vecchio. La Freedom House es una organización internacional financiada entre otros por la National Endowment for Democracy (NED), la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Departamento de Estado estadounidense (Ampuero, Romano y Calderón Castillo, 2017). La Heritage Foundation fue uno de los think tanks que nutrieron al gobierno de Trump con personal especializado en diferentes áreas (Maler, 2018).

A modo de conclusión

La deriva que tomó la OEA bajo la dirección de Luis Almagro, viene siendo abiertamente criticada por diversos actores y sectores, incluso al interior de la misma institución. Sin embargo, tal como hemos expuesto, no se tratan de hechos aislados en la historia de un organismo forjado al calor del “anticomunismo” (como enemigo all inclusive) que caracterizó la política interamericana, bajo directrices estadounidenses, durante la Guerra Fría (con preocupantes elementos de continuidad) (Romano, 2022). Es importante hacer visibles las redes institucionales, organizacionales y personales que se reproducen desde aquellos años; conocer los programas y proyectos que estas redes realizan en los países de la región; revisar sus objetivos, el destino del presupuesto que manejan y los intereses de fondo. Este conocimiento y su divulgación forma parte de las tareas urgentes en torno al reclamo y ejercicio de la soberanía y autodeterminación de los pueblos de Nuestra América.

Referencias:

Ampuero, Romano y Calderón Castillo, 2017 “Oposición boliviana: La unidad (im)posible”. CELAG. Disponible en: https://www.celag.org/oposicion-boliviana-la-unidad-imposible/#_ftn8

Cox, Robert 1981 “Social forces, states and world orders: beyond international relations theory” Millenium: Journal of international Studies, vol 10, nº 2, pp, 126-155.

Chomsky, Noam y Herman, Edward 2000 Los guardianes de la libertad. Barcelona: Crítica

ERBOL 28 abril 2017 “Almagro recibe premio Libertad de manos de Tuto” Disponible en: https://anteriorportal.erbol.com.bo/noticia/politica/28042017/almagro_recibe_premio_libertad_de_manos_de_tuto

García Guindo y Martínez Valera González, 2015 “La guerra híbrida: nociones preliminares y su repercusión en el planeamiento de los países y organizaciones occidentales”. Instituto Español de Estudios Estratégicos. Documento de trabajo. Disponible en https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_trabajo/2015/DIEEET02-2015_La_Guerra_Hibrida_GUindo_Mtz_Glez.pdf

Korybko, A. 2019 Guerras Híbridas. Revoluciones de colores y Guerra no convencional. Buenos Aires: Batalla de Ideas.

Maler, Jonathan 2018 “How One Conservative Think Tank Is Stocking Trump’s Government” The New York Times Magazine, 20 junio. Disponible en: https://www.nytimes.com/2018/06/20/magazine/trump-government-heritage-foundation-think-tank.html

Romano, Silvina (2022) “Guerra, rearme y anticomunismo ¿retorno al pasado para negar el presente?” Boletín Grupo de Trabajo Nuestra América XXI, desafíos y Alternativas, CLACSO, nº 66, abril, pp 6-8.

Romano, Silvina (comp.) 2020 Trumperialismo: la guerra permanente contra América Latina. Madrid: CELAG-Mármol-Izquierdo.

Documentos

United States Department of State. Office of the Historian. Foreign Relations of the United States (FRUS)

FRUS 1945–1950, Emergence of the Intelligence. Psychological and Political Warfare. Doc 247. Memorandum from the Deputy Director (Wright) to Director of Central Intelligence Hillenkoetter, Washington, November 4, 1947.

FRUS, Truman Administration. Political and Psychological Warfare. Doc 269. Policy Planning Staff Memorandum, May 4, 1948.

FRUS Truman Administration. Retrospective Volumes. Guatemala 1952-1954 Doc. 51. Memorandum for the record, September, 11, 1953

FRUS. Truman Administration. Retrospective Volumes. Guatemala 1952-1954, Doc. 65. Draft Memorandum for the Record, November 12, 1953.

Este artículo fue publicado en la edición #555 de la revista de ALAI.

Minuto a minuto: la situación existente en Ucrania

Rusia inició en la madrugada de este jueves una operación militar especial en Ucrania con el objetivo de desmilitarizar ese país, en respuesta a una solicitud de las autoproclamadas repúblicas populares de Lugansk y Donestk para defender a su ciudadanía.

En su declaración, el presidente Vladímir Putin aseguró que la medida tenía como único fin «proteger a las personas que han sido objeto de abusos y genocidio por parte del régimen de Kiev durante ocho años».

A su vez, el Ministerio de Defensa ruso puntualizó que la operación militar desplegada no constituye un ataque contra el pueblo ucraniano.

El propósito, según indicó, es «inhabilitar con armas de alta precisión la infraestructura militar, instalaciones de defensa aérea, aeródromos castrenses y aeronaves de las Fuerzas Armadas de Ucrania”.

A continuación les reflejamos minuto a minuto las incidencias de lo que está ocurriendo en Ucrania:

01H45 (UTC).- La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aseveró que habrá un segundo paquete de sanciones contra Rusia que tendrá como fin afectar al 70 por ciento del mercado bancario, así como sus principales empresas estatales.

«Nuestra prohibición a las exportaciones afectará al sector petrolífero al imposibilitar que Rusia mejore sus refinerías», declaró.

25 de febrero
08:58 (UCT).- Rusia impone una restricción al uso de su espacio aéreo para todas las aeronaves registradaa en el Reino Unido, incluidos los vuelos de tránsito, en respuesta a las decisiones «poco amistosas» de las autoridades aeronáuticas británicas, según un comunicado de la Agencia Federal Rusa de Transporte Aéreo.

08:15 (UCT).- Las tropas rusas tomaron «el control completo» del área de la central nuclear de Chernóbil, al norte de Ucrania, según un comunicado del Ministerio de Defensa de Rusia.

«La radiación de fondo está normal», aseguran los militares, afirmando que «fue alcanzado un acuerdo con los soldados del batallón de defensa de la central nuclear ucraniana para proporcionar seguridad a los reactores y el sarcófago de la central nuclear de Chernóbil».

06:58 (UCT).- GMT El presidente Volodimir Zelenski, indicó que Ucrania necesita «una coalición antibélica» y pide a los Nueve de Bucarest ayuda en defensa, además de sanciones contra Rusia para alcanzar una posible negociación.

https://www.telesurtv.net/news/conozca-situacion-existente-ucrania-20220224-0012.html

Vea también https://es.rt.com/90za

¿Cómo están desplegadas las fuerzas de la OTAN en Europa del Este?

En medio de la crisis con Ucrania, la OTAN mantiene desplegadas miles de soldados en la región y prevé nuevos aumentos.

Uno de las aristas del conflicto diplomático de las últimas semanas alrededor de la región del Donbás en Ucrania ha sido la extensión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia Europa del Este, en las fronteras con Rusia, una vez que ya habrían llegado a las antiguas fronteras occidentales de la desaparecida Unión Soviética…

La OTAN, surgida en 1949, no ha dejado de crecer desde entonces, incluso cuando se preveía su desaparición, en 1991, tras la desintegración de la Unión Soviética y la disolución de su contraparte militar: el Pacto de Varsovia.

No obstante, en medio de la actual situación, la alianza atlántica mantiene cuatro grupos de combate multinacionales del tamaño de un batallón de 1.000 soldados cada uno en Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, los cuales operan de forma rotativa en esas regiones.

Estados Unidos tiene sus propias bases en Lituania y Rumania, junto con varias bases en Polonia. El presidente de EE.UU. Joe Biden aprobó hace unos días el despliegue adicional de 3.000 soldados estadounidenses más en Polonia, Alemania y Rumania, con otros 8.500 soldados en alerta máxima.

Entretanto, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que el reconocimiento de la independencia de las autoproclamadas repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, por parte de Rusia “avivará dramáticamente las tensiones” en Europa, sin dar más detalles.

Otra vez CNN hace la gracia contra Venezuela

cnn miente2El gobierno de Venezuela, a través del Ministerio para la Comunicación y la Información (Minci), denunció este 7 de agosto a la cadena de noticias norteamericana CNN por difundir informaciones falsas sobre la realidad de esta nación.

El Minci emitió un comunicado en el cual asevera que nuevamente CNN mintió sobre Venezuela al divulgar noticias falsas sobre saqueos en Maracay, capital del estado de Aragua (al oeste de Caracas).

Tras la difusión, la cadena aceptó que se trataba de una equivocación producto de un error humano, lo cual fue considerado por las autoridades venezolanas como una disculpa ligera.

El comunicado venezolano señaló que con el reconocimiento leve de la equivocación intentaron justificar una línea editorial dirigida contra la paz del pueblo venezolano. Sigue leyendo Otra vez CNN hace la gracia contra Venezuela

WikiLeaks evidencia plan estadounidense para derrocar al presidente Chávez

4cf467054e142Cables filtrados por WikiLeaks revelan la intervención que ha tenido Estados Unidos en esfuerzos por derrocar al presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Archivos del sitio web evidencian que al menos dos compañías norteamericanas han dirigido acciones de la oposición venezolana desde 2006.

WikiLeaks publicó documentos que datan de entre julio del 2004 y diciembre de 2011, basados en correos electrónicos de las empresas Stratfor y Canvas, que en su propósito por derrocar al mandatario Hugo Chávez utilizaron a estudiantes de derecha y figuras no formales.

En enero de 2010 Canvas elaboró un informe titulado “Análisis de la situación en Venezuela”, en el que planteó una estrategia similar a la aplicada en Serbia en el 2000, apoyada por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA por su sigla en inglés), para derrocar a Slodoban Milóshevich.

WikiLeaks destaca en uno de sus informes que Stratfor, señalada como una versión privada de la CIA, ofreció un análisis dedicado a las corporaciones multinacionales que buscaban invertir en la nación suramericana.

Los correos electrónicos filtrados por WikiLeaks evidencian que los motivos de la empresa estaban lejos de ser independientes y que la misma trabajaba como una agencia de inteligencia y estrategia para quienes buscaban la intervención en Venezuela.

Canvas y Stratfor se enfocaron, según las revelaciones de WikiLeaks, en el sector de la energía, petroquímica, cambio político, situación de las fuerzas contrarrevolucionarias y el estado de las fuerzas militares.

Ambas compañías también hicieron mención a las relaciones entre Venezuela y Cuba, China, Rusia e Irán, demostrando la desesperación de funcionarios de Estados Unidos por el avance de las alianzas del presidente Hugo Chávez con otras naciones.

Recientemente, WikiLeaks publicó archivos de correos electrónicos de la empresa Stratfor, que implica más de un millón de documentos, relacionados con varios países de Latinoamérica. |TeleSUR

Chomsky: los que se preocupan por la paz deben encontrar maneras de prestar apoyo a los libios

Entrevista a Noam Chomsky por Stephen Shalom y Michael Albert/ZNET

– 1. ¿Cuáles son las razones que mueven a EE.UU. en las relaciones internacionales, en el sentido más amplio? Es decir, ¿cuáles son las razones dominantes y los temas que se pueden detectar casi siempre en las opciones de las políticas de EE.UU., en cualquier lugar del mundo? ¿Cuáles son las razones más concretas, aunque también dominantes, y los temas de las políticas de EE.UU. en Oriente Próximo y el mundo árabe? Y, por último, ¿cuáles cree usted que son los objetivos más inmediatos de la política de EE.UU. en la situación actual en Libia?

Una manera útil de abordar la cuestión es preguntarse cuáles NO son las razones de EE.UU. Podemos averiguarlas de diferentes maneras. Una de ellas es leer la literatura profesional sobre relaciones internacionales: con bastante frecuencia, su relato de la política es lo que la política no es, un tema interesante que no voy a desarrollar aquí.

Otro método, muy relevante en este caso, es escuchar a los líderes y comentaristas políticos. Supongamos que se dice que las razones de la acción militar han sido humanitarias.

En sí misma, esta afirmación no contiene información: prácticamente todos los recursos a la fuerza se justifican en esos términos, incluso lo hacen los peores monstruos, que pueden, con total irrelevancia, llegar a convencerse de la verdad de lo que están diciendo. Hitler, por ejemplo, pudo creer que se estaba apoderando de partes de Checoslovaquia para poner fin a los conflictos étnicos y llevar a su pueblo los beneficios de una civilización avanzada, y pudo creer también que su invasión de Polonia iba a poner fin al “terror salvaje” de los polacos.

Los fascistas japoneses que arrasaron China probablemente creían que estaban su desinteresada iniciativa iba a para crear un “paraíso terrenal” y proteger a la doliente población de los “bandidos chinos”. Incluso Obama puede haber creído lo que dijo en su discurso presidencial el 28 de marzo sobre las razones humanitarias para su intervención en Libia. Y otro tanto puede decirse de los comentaristas.

Se las puede someter, sin embargo, a una prueba muy simple, para determinar si las nobles intenciones pueden ser tomadas en serio: ¿llaman los autores a la intervención humanitaria y la “responsabilidad de proteger” a las víctimas de sus propios crímenes o a las de sus clientes?

Tomemos, por ejemplo, a Obama: ¿convocó a una zona de exclusión aérea durante la asesina y destructora invasión israelí, respaldada por Estados Unidos, de Líbano, en 2006, sin ningún pretexto creíble? ¿Acaso, no explicó con orgullo durante su campaña presidencial que él había patrocinado una resolución del Senado de apoyo a la invasión, en la que se pedía el castigo de Irán y Siria por impedirla? Fin de la discusión.

De hecho, prácticamente toda la literatura de la intervención humanitaria y el derecho a proteger, escrita o hablada, desaparece tras esta prueba sencilla y adecuada.

Por el contrario, de las razones REALES poco se habla, y uno tiene que escudriñar los archivos documentales e históricos para descubrirlas, sea el Estado que sea.

¿Cuáles son entonces las razones de EE.UU.? A un nivel muy general, la evidencia me parece que demuestra que no han cambiado mucho desde los estudios de planificación de alto nivel iniciados durante la Segunda Guerra Mundial. Los planificadores en tiempo de guerra daban por sentado que EE.UU. saldría de la guerra en una posición de dominio abrumador, e instaron al establecimiento de una Gran Zona en la que EE.UU. mantuviera un “poder incuestionable” con “supremacía militar y económica”, que garantizase al mismo tiempo la “limitación de cualquier ejercicio de la soberanía” por parte de otros Estados, que pudiera interferir con sus designios globales.

La Gran Zona debía incluir el Hemisferio Occidental, el Lejano Oriente, el Imperio británico (que incluía las reservas de energía de Oriente Próximo) y la parte de Eurasia que fuera sea posible, al menos su centro industrial y comercial en el Oeste del continente europeo.

Está muy claro, basándose en registros documentales que “el presidente Roosevelt tenía por objetivo la hegemonía de Estados Unidos en el mundo de la posguerra”, para citar la precisa valoración del respetable historiador británico Geoffrey Warner.

Y, más importante, los minuciosos planes de tiempo de guerra se llevaron a la práctica poco después, como podemos leer en los documentos desclasificados de los años siguientes, y como podemos observar en la práctica.

Las circunstancias han cambiado, por supuesto, y las tácticas se han ajustado en consecuencia, pero los principios básicos son bastante estables, hasta el presente.

Con respecto a Oriente Próximo –la “región de mayor importancia estratégica del mundo”, en palabras del presidente Eisenhower– la principal preocupación ha sido y sigue siendo sus incomparables reservas energéticas.

El control de éstas daría el “control sustancial del mundo”, como vio muy pronto el influyente asesor liberal A.A. Berle. Estas preocupaciones suelen ocupar un lugar prominente en los asuntos relativos a esta región.

En Iraq, por ejemplo, cuando las dimensiones de la derrota de Estados Unidos. ya no podían ocultarse, la retórica fue desplazada por un honesto anuncio de los objetivos de la política.

En noviembre de 2007, la Casa Blanca emitió una declaración de principios en la que insistía en que Iraq debía conceder a las fuerzas militares de EE.UU. el acceso por tiempo indefinido, y también en que se debía dar preferencia a los inversores estadounidenses.

Dos meses más tarde, el presidente informó al Congreso que iba a pasar por alto cualquier legislación que pudiera limitar el estacionamiento permanente de las fuerzas armadas de EE.UU. en Iraq o “el control por parte de Estados Unidos de los recursos petrolíferos de Iraq”, exigencias que abandonó poco después ante la resistencia iraquí, al igual que tuvo que abandonar los objetivos anteriores.

Si bien el control del petróleo no es el único factor en la política de Oriente Próximo, ofrece en cambio algunas directrices bastante acertadas, antes como ahora. En un país rico en petróleo, a un dictador de confianza se le garantiza una libertad de acción casi total.

En las últimas semanas, por ejemplo, no ha habido reacción alguna cuando la dictadura de Arabia Saudí utilizó la fuerza masiva para aplastar cualquier signo de protesta. Otro tanto en Kuwait, donde unas pequeñas manifestaciones fueron aplastadas al instante.

Y en Bahrein, cuando las fuerzas armadas dirigidas por Arabia Saudí intervinieron para proteger al monarca de la minoría sunita de las demandas de reformas por parte de la población chií reprimida.

Las fuerzas gubernamentales no solo desmantelaron el campamento de la Plaza de la Perla –la Plaza Tahrir de Bahrein– sino que llegaron a demoler la estatua de la Perla que es el símbolo de Bahrein y de la que se habían apropiado los manifestantes.

Bahrein es un caso particularmente sensible, ya que alberga la Sexta Flota de EE.UU. la fuerza militar más poderosa, con mucho, de la región, y también porque el Este de Arabia Saudita, en la puerta de al lado, es también en gran parte chií y tiene las mayores reservas petroleras del reino.

Por un curioso accidente de la geografía y la historia, la mayor concentración de hidrocarburos del mundo rodea la parte norte del Golfo, en regiones de mayoría chií.

La posibilidad de una alianza tácita chií ha sido la pesadilla de los planificadores desde hace mucho tiempo.

En los estados que carecen de grandes reservas de hidrocarburos, las tácticas varían, aunque por lo general se ajustan siempre al mismo esquema estándar cuando uno de nuestros dictadores tiene problemas: apoyarlo el mayor tiempo posible y, cuando resulta imposible, hacer pública declaración de amor a la democracia y los derechos humanos, tratando a la vez de salvar la mayor parte del régimen que sea posible.

El escenario es aburridamente familiar: Marcos, Duvalier, Chun, Ceasescu, Mobutu, Suharto y muchos otros. Y hoy, Túnez y Egipto. Siria es un hueso duro de roer y no hay una alternativa clara a la dictadura que apoye los objetivos de EE.UU. Yemen es un cenagal en el que la intervención directa probablemente crearía problemas aún mayores a Washington.

Así que ahí la violencia estatal sólo produce declaraciones piadosas.

Libia es un caso diferente. Libia es rica en petróleo, y aunque EE.UU. y el Reino Unido han proporcionado con frecuencia un apoyo notable a su cruel dictador, hasta ahora, éste no es de confianza. Preferirían un cliente más obediente. Además, el vasto territorio de Libia está poco explorado, y los especialistas de la industria petrolera creen que puede haber abundantes recursos petrolíferos sin explotar, que un gobierno más previsible podría abrir a la explotación occidental.

Cuando comenzó un levantamiento no violento, Gadafi lo aplastó violentamente y estalló una rebelión que liberó Bengazi, la segunda ciudad más grande del país, y parecía a punto de asediar la fortaleza de Gadafi en el Oeste. Sus fuerzas, sin embargo, cambiaron el curso del conflicto y llegaron a las puertas de Bengazi.

Una masacre era probable, y como el asesor de Obama para Oriente Próximo, Dennis Ross, señaló “todo el mundo nos culparía por ello.”

Eso sería inaceptable, al igual que una victoria militar que potenciase el poder y la independencia de Gadafi. Ante esta tesitura, EE.UU. se unió a las Naciones Unidas en la resolución 1973, que establece una zona de exclusión aérea a cargo de Francia, el Reino Unido, y EE.UU., en la que este país podría tener un papel secundario.

No se hizo ningún esfuerzo para limitar la acción a la creación de una zona de exclusión aérea o siquiera a mantenerse en el mandato más amplio de la resolución 1973.

El triunvirato interpretó inmediatamente la resolución como una autorización para su participación directa del lado de los rebeldes. Se impuso por la fuerza un alto el fuego a las fuerzas de Gadafi, pero no a los rebeldes. Por el contrario, se les dio apoyo militar a medida que avanzaban hacia el Oeste, y enseguida se hicieron con las principales fuentes de producción de petróleo de Libia, y estuvieron listos para seguir adelante.

El flagrante desprecio de la resolución 1973 de las Naciones Unidas pronto comenzó a causarle dificultades a la prensa, ya que era demasiado grave ignorarlo.

En el New York Times, por ejemplo, Karim Fahim y David Kirkpatrick (el 29 de marzo) se preguntaban “cómo podrían justificar los aliados sus ataques aéreos contra las fuerzas del coronel Gadafi en torno a [su centro tribal de] Sirte si, como parece ser el caso, goza de amplio apoyo en la ciudad y no representa una amenaza para los civiles.”

Otra dificultad técnica es que la resolución 1973 del Consejo de Seguridad exige un embargo de armas que se aplique a todo el territorio de Libia, lo que significa que cualquier aporte externo de armas a la oposición tendría que ser encubierto (pero, de otro modo, no problemático).

Hay quien argumenta que el petróleo no puede ser una razón, porque las compañías occidentales ya disfrutaban de acceso al botín bajo Gadafi.

Este razonamiento ignora las preocupaciones de EE.UU. Lo mismo podría haberse dicho de Iraq bajo Saddam, o de Irán o Cuba durante muchos años, y aún hoy en día. Lo que Washington pretende es lo que Bush anunció: control o, por lo menos, clientes de confianza.

Documentos internos estadounidenses y británicos subrayan que “el virus del nacionalismo” es su mayor temor, no sólo en el Oriente Próximo sino en todas partes. Regímenes nacionalistas que pudieran llevar a cabo ilegítimos ejercicios de soberanía, violando los principios de la Gran Zona.

Y que pudieran tratar de dirigir los recursos a cubrir las necesidades populares, como Nasser amenazaba ocasionalmente con hacer.

Vale la pena señalar que las tres potencias imperialistas tradicionales –Francia, Reino Unido, EE.UU. – están casi aisladas en la realización de estas operaciones. Los dos principales estados de la región, Turquía y Egipto, probablemente podrían haber impuesto una zona de exclusión aérea, pero sólo ofrecen un tibio apoyo a la campaña militar del triunvirato.

Las dictaduras del Golfo estarían felices de ver desaparecer al errático dictador libio, pero a pesar de estar sobrecargadas de hardware militar de último modelo (servido generosamente por EE.UU. y Reino Unido para reciclar los petrodólares y asegurar su obediencia), sólo se atreven a ofrecer una participación simbólica (Qatar.)

Si bien apoyan la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU (UNSC), los países africanos –aparte de Ruanda, aliado de EE.UU.– se oponen en general a la forma en que aquélla ha sido interpretada, a toda prisa, por el triunvirato, y en algunos casos esta oposición es muy firme.

Para conocer las políticas de cada uno de los estados africanos véase el artículo del keniata Charles Onyango-Obbo (http://allafrica.com/stories/201103280142.html).

Más allá de la región hay poco apoyo. Al igual que Rusia y China, Brasil se abstuvo de en la votación de la ONU de la resolución 1973, instando en cambio a un completo alto el fuego y al diálogo. India también se abstuvo en la resolución, basándose en que las medidas propuestas pueden “agravar una situación ya difícil para el pueblo de Libia”, y también pidió medidas políticas y no el uso de la fuerza. Incluso Alemania se abstuvo. Italia también se mostró reacio, en parte quizá porque es muy dependiente de los contratos petroleros con Gadafi. Además, podemos recordar el genocidio que llevó a cabo Italia en el este de Libia, la zona ahora liberada, tras la primera Guerra Mundial, del que tal vez conserven algunos recuerdos .

2. ¿Puede alguien contrario a las intervenciones, que además cree en la autodeterminación de las naciones y las personas, apoyar una intervención ya sea realizada por la ONU o individualmente por algunos países?

Hay dos casos a considerar: (1) una intervención autorizada por la ONU, y (2), una intervención sin autorización de la ONU. A menos que creamos que los Estados son sagrados en la forma que se han establecido en el mundo moderno (por lo general mediante una violencia extrema), y que están dotados de derechos que anulan todas las consideraciones imaginables, entonces la respuesta es la misma en ambos casos: sí, al menos en principio .

Y no veo motivo para discutir esta creencia, por lo que la voy a dejar de lado.

En lo que respecta al primer caso, la Carta (de las Naciones Unidas) y las resoluciones posteriores otorgan al Consejo de Seguridad una considerable latitud para la intervención, y ésta se ha llevado a cabo, por ejemplo, en el caso de África del Sur.

Esto, por supuesto, no implica que todas las decisiones del Consejo de Seguridad deban tener la aprobación de “alguien contrario a las intervenciones, que además cree en la autodeterminación de las naciones y las personas”; otras consideraciones entran en juego en casos específicos, pero, una vez más, a menos que otorguemos a los Estados contemporáneos un estatus de entidades prácticamente sagradas, el principio es el mismo.

En cuanto al segundo caso –el que se plantea con respecto a la interpretación que hace el triunvirato de la resolución 1973, junto a otros muchos ejemplos– la respuesta es otra vez afirmativa, al menos en principio, a menos que tomemos el sistema estatal global como algo inviolable en la forma establecida en la Carta de las Naciones Unidas y otros tratados.

Siempre hay, por supuesto, una carga de la prueba muy pesada que es preciso soportar para justificar la intervención por la fuerza, o cualquier otro uso de la fuerza. La carga es especialmente alta en la segunda hipótesis, en casos de violación de la Carta, al menos para los Estados que profesan el respeto de la ley.

Debemos tener en cuenta, sin embargo, que la potencia hegemónica mundial rechaza esta postura, y se autoexcluye de las Cartas de las Naciones Unidas y de la OEA, junto a otros tratados internacionales.

Al aceptar la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia, cuando ésta se estableció (conforme a la iniciativa de EE.UU.) en 1946, Washington se excluyó de los cargos de violación de los tratados internacionales, y posteriormente ratificó el Convenio para la Prevención y la Represión del Genocidio, de 1948. con reservas similares.

Todas ellas confirmadas por los tribunales internacionales, ya que su procedimientos requieren la aceptación de la jurisdicción.

De manera más general, la práctica de EE.UU. es introducir reservas cruciales a los tratados internacionales que ratifica, eximiéndose en la práctica de los mismos.

¿Es soportable la carga de la prueba? No tiene mucho sentido discutir esto de manera abstracta, pero hay algunos casos reales que podrían ayudarnos.

En el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, hay dos casos de recurso a la fuerza que, aunque no pueden considerarse como intervenciónes humanitarias, podrían ser legítimamente compatibles: la invasión por parte de India de Pakistán Oriental, en 1971, y la invasión vietnamita de Camboya, en diciembre de 1978; en ambos casos, para poner fin a atrocidades masivas. Estos ejemplos, sin embargo, no entran en el canon occidental de intervención humanitaria, ya que sufren de la falacia de la institución errónea: no los llevaron a cabo los occidentales.

Es más, EE.UU. se opuso a ellos encarnizadamente, en el momento álgido de las atrocidades, y luego castigó severamente a los “malhechores” que terminaron con las matanzas de la actual Bangladesh y de la Camboya de Pol Pot. Vietnam no sólo fue duramente condenado, sino también castigado con una invasión china apoyada por Estados Unidos, y con el apoyo militar y diplomático británico-estadounidense a los jemeres rojos camboyanos en sus ataques desde sus bases de Tailandia.

Si bien la carga de la prueba se puede soportar en ambos casos, no es fácil pensar en otros. En el actual caso de intervención por el triunvirato de potencias imperiales que están violando en estos momentos la resolución 1973 de las Naciones Unidas de 1973, la carga es muy pesada, dado su horrible historial. Sin embargo, sería demasiado fuerte sostener que nunca se puede soportar, en principio.

A menos, por supuesto, que consideramos los estados-nación en su forma actual como esencialmente sagrados. La prevención de una masacre probable en Bengazi no es poca cosa, con independencia de lo que uno piense sobre las razones.

3. ¿Puede una persona interesada en que los disidentes de un país no sean masacrados en su búsqueda de la autodeterminación, oponerse legítimamente a una intervención que tiene por objeto, sean cuales sean sus razones, evitar una masacre?

Aun aceptando, por pura hipótesis, que la intención es genuina, que cumple el criterio simple que he mencionado al principio, no veo cómo responder a este nivel de abstracción: depende de las circunstancias. Podríamos oponernos a la intervención podría oponerse, por ejemplo, si ésta es probable que conduzca a una masacre mucho peor. Supongamos, por ejemplo, que los líderes de EE.UU., real y honestamente, hubieran tenido la intención de evitar una masacre en Hungría en 1956 y hubieran bombardeado Moscú.

O que el Kremlin, genuina y honestamente, hubiera tenido la intención de evitar una masacre en El Salvador, en la década de 1980, mediante el bombardeo de EE.UU. Teniendo en cuenta las consecuencias previsibles, todos estaríamos de acuerdo en que esas acciones –inconcebibles– podría ser legítimamente contestadas.

4. Muchos ven una analogía entre la intervención en Kosovo, de 1999, y la actual intervención en Libia. ¿Puede explicar las principales similitudes, en primer lugar, y también las principales diferencias, en segundo lugar?

De hecho, muchas personas perciben esta analogía, lo que es un homenaje al increíble poder de los sistemas de propaganda occidentales.

Da la casualidad de que contamos con excelente documentación de los antecedentes de la intervención en Kosovo, que incluye dos detalladas recopilaciones del Departamento de Estado, extensos informes sobre el terreno de los observadores –occidentales– de la Misión de Verificación de Kosovo, fuentes de la OTAN y la ONU, una comisión de investigación británica y muchos más elementos. Los informes y estudios coinciden estrechamente en los hechos.

En resumen, podemos decir que no se había producido ningún cambio sustancial sobre el terreno en los meses previos al bombardeo. Tanto las fuerzas serbias como la guerrilla del ELK habían cometido atrocidades –las de esta última fuerza, de mayor gravedad, en ataques desde la vecina Albania– durante el período en cuestión, al menos de acuerdo a las más altas autoridades británicas (Gran Bretaña fue el miembro más agresivo de la alianza).

Las grandes atrocidades en Kosovo no fueron la causa de los bombardeos de la OTAN sobre Serbia, sino su consecuencia, una consecuencia totalmente previsible.

El comandante en jefe de la OTAN, el general estadounidense Wesley Clark, había informado a la Casa Blanca semanas antes de los bombardeos de que éstos provocarían una respuesta brutal por las fuerzas serbias sobre el terreno, y, al comienzo del bombardeo, dijo a la prensa que esta respuesta era “previsible”.

Los primeros refugiados kosovares registrados por la ONU se producen en fechas muy posteriores al comienzo de los bombardeos.

Con una sola excepción, la acusación de Milosevic, durante los bombardeos, basada en gran medida en informes de inteligencia anglo-estadounidenses, se limitó a los crímenes cometidos después del bombardeo, y sabemos que no podía ser tomada en serio por los líderes de Estados Unidos y Reino Unido, que en ese mismo momento estaban apoyando activamente crímenes aún peores.

Además, había buenas razones para creer que una solución diplomática estaba al alcance; en efecto, la resolución de la ONU impuesta después de 78 días de bombardeo fue más bien un compromiso entre la posición serbia y la de la OTAN al comienzo.

Todo esto, incluso estas impecables fuentes occidentales, lo trato con cierto detalle en mi libro A New Generation Draws the Line. Nuevas informaciones que corroboran todo ello han aparecido desde entonces. Por ejemplo, Diana Johnstone informa de una carta a la canciller alemana, Angela Merkel, el 26 de octubre de 2007, que le envía Dietmar Hartwig, ex jefe de la misión europea en Kosovo antes de que fuera retirado el 20 de marzo con el anuncio del bombardeo, que estaba en una posición muy buena para saber lo que estaba sucediendo. Éste escribe:

No hay un solo informe presentado en el período comprendido entre finales de noviembre de 1998 y la evacuación en vísperas de la guerra que mencione que los serbios hayan cometido delitos graves o sistemáticos contra los albaneses, ni tampoco ha habido un solo caso que se refiera a incidentes o delitos de genocidio o asimilables a éste.

Por el contrario, en mis informes he registrado en repetidas ocasiones que, teniendo en cuenta los ataques del ELK cada vez más frecuentes contra el Gobierno serbio, se ha demostrado que la aplicación de la ley por parte de éste ha sido hecha con una notable moderación y disciplina. El objetivo claro y citado a menudo por el Gobierno serbio ha consistido en observar rigurosamente el acuerdo Milosevic-Holbrooke [de octubre de 1998] para no dar ninguna excusa a la comunidad internacional para intervenir. (…)

Hubo enormes “diferencias de percepción” entre lo que las misiones en Kosovo han estado informando a sus respectivos gobiernos y capitales, y lo que éstos han filtrado posteriormente a los medios de comunicación y al público.

Esta discrepancia sólo puede ser vista como un elemento de preparación a largo plazo para la guerra contra Yugoslavia. Hasta el momento en que abandoné Kosovo, nunca había ocurrido lo que los medios de comunicación y, todavía más, los políticos afirmaban sin cesar.

En consecuencia, hasta el 20 de marzo 1999 no había ninguna razón para la intervención militar, lo que hace ilegítimas las medidas adoptadas posteriormente por la comunidad internacional.

El comportamiento colectivo de los Estados miembros antes y después del estallido de la guerra da pie a serias preocupaciones, porque la verdad fue liquidada y la UE perdió fiabilidad.”

La historia no es física cuántica, y siempre hay un amplio margen para la duda. Pero es raro que las conclusiones tengan un respaldo tan firme como en este caso. De un modo muy revelador, es totalmente irrelevante.

La doctrina que prevalece es que la OTAN intervino para detener la limpieza étnica, aunque los partidarios de los bombardeos que toleran al menos un guiño a los abundantes elementos fácticos califican su apoyo al decir que los bombardeos eran necesarios para detener las posibles atrocidades: debemos actuar aun produciendo atrocidades a gran escala para detener las que se podrían producir si no bombardeásemos. Y hay justificaciones aún más impactantes.

Las razones de esta práctica unanimidad y pasión son bastante claras. El bombardeo se produjo en una virtual orgía de autoglorificación y pavor por parte de las potencias, que podría haber impresionado a Kim il-Sung. Lo he analizado en otro lugar, y no deberíamos permitir que siga en el olvido este notable momento de la historia intelectual. Después de este espectáculo, el desenlace tenía que ser simplemente glorioso.

La noble intervención en Kosovo proporcionó este desenlace, y esta ficción debe ser celosamente mantenida.

Volviendo a la pregunta, hay una analogía entre las representaciones autocomplacientes de Kosovo y Libia: ambas intervenciones están animadas por nobles intenciones, según la versión novelada. El inaceptable mundo real sugiere en cambio analogías bastante diferentes.

5. Del mismo modo, mucha gente ve una analogía entre la actual intervención en Iraq y la intervención en curso en Libia. En este caso, ¿puede explicar las similitudes y las diferencias?

No veo las analogías significativas aquí tampoco, excepto que dos de los Estados participantes son los mismos. En el caso de Iraq, las metas son las que al final acabaron por reconocer.

En el caso de Libia, es probable que el objetivo sea similar, al menos en un aspecto: la esperanza de que un régimen cliente fiable apoye los objetivos occidentales y proporcione a los inversores occidentales un acceso privilegiado a la riqueza petrolera rica de Libia, que, como he señalado, puede ir mucho más allá de lo que se conoce actualmente.

6. ¿Qué espera usted, en las próximas semanas, que suceda en Libia y, en ese contexto, ¿cuáles cree usted que deberían ser los objetivos de un movimiento, en Estados Unidos, contra la intervención y la guerra con respecto a las políticas de EE.UU.?


Por supuesto, es incierto, pero las perspectivas probables –hoy, 29 de marzo– son o bien una partición de Libia en una región oriental, rica en petróleo y dependiente en gran medida de las potencias occidentales imperiales, y una región occidental pobre bajo el control de un tirano brutal de limitadas capacidades; o bien una victoria de las fuerzas respaldadas por Occidente.

En cualquier caso, lo que el triunvirato presumiblemente espera es un régimen menos problemático y más dependiente en lugar del actual. El desenlace probable es el que se describe con bastante exactitud, creo que por el diario árabe con sede en Londres Al-Quds Al-Arabi, en su número del 28 de marzo.

Si bien se reconoce la incertidumbre de la predicción, prevé que la intervención puede dejar en Libia “dos estados, uno para los rebeldes en el Este, rico en petróleo; y uno, pobre, en manos de Gadafi en el Oeste (…)

Una vez asegurados los campos de petróleo, podemos encontrarnos ante a un nuevo emirato petrolero en Libia, un país escasamente habitado, protegido por Occidente y muy similar a los estados-emirato del Golfo Pérsico.” O bien, la rebelión apoyada por Occidente podría continuar hasta el final para eliminar al irritante dictador.

Los que se preocupan por la paz, la justicia, la libertad y la democracia deben tratar de encontrar maneras de prestar apoyo y asistencia a los libios que tratan de forjar su propio futuro, libre de las limitaciones impuestas por las potencias extranjeras.

Podemos tener esperanzas sobre la dirección a seguir, pero el futuro debe estar en sus manos.

http://www.zcommunications.org/noam-chomsky-on-libya-and-the-unfolding-crises-by-noam-chomsky

Love, USAID

En opinión del activista social asturiano Javier Arjona, la USAID «se presenta como avanzadilla para intervenciones militares y como conspiradora cuasigolpista estos días en Venezuela, y otros días en Haití, en Bolivia, en Ecuador, en el Congo y en Paquistán».

La USAID , principal beneficiaria del Departamento de Estado con un presupuesto de 850 millones de dólares anuales, confiesa de manera pública haber dilapidado el dinero del contribuyente norteamericano en su guerra sucia contra Cuba.

El prontuario acumulado desde su nacimiento, en 1961, contempla como «proezas» el crear, organizar y financiar la contrarrevolución con tal de fragmentar la sociedad y mostrar una imagen distorsionada del primer país socialista en el área.

El sitio www.USAspending.gov, del gobierno de Estados Unidos, publicó que sólo el total destinado para «construir la democracia» en tierra cubana ascendió a 13,3 millones dólares en el año fiscal 2007 y, para 2010, rebasó los 20 millones de dólares.

Partidos políticos disidentes, agrupaciones como las Damas de Blanco, y otros individuos implicados en estas lides, recibieron tajadas amplias de esos recursos, a la par de proyectos específicos en el orden cultural y del pensamiento, destinados a socavar los pilares del proceso iniciado en 1959.

La agencia estatal estadounidense combina sus acciones con el resto de la red imperial de injerencia en América Latina y sus agentes actúan bajo la sombrilla de organizaciones de derecha, inventadas según las circunstancias y patrocinadas por otras representantes estadounidenses.

El Instituto Republicano Internacional (IRI), el Instituto Democrático Nacional, la Freedom House, y otras más, sirven de fachadas para estas actividades de penetración, siempre rectoradas por la CIA.

Con credencial de delegados de la USAID , agentes de la CIA y expertos en técnicas de torturas, como Dan Anthony Mistrione, impartieron cursos de adiestramiento a policías y militares latinoamericanos a finales de los 70, en un programa secreto de destrucción de las fuerzas de izquierda.

En Haití, la USAID participó en la organización y financió a las agrupaciones que encabezaron la revuelta de febrero de 2004, la cual terminó con la deposición, secuestro y expulsión del presidente constitucional Jean-Bertrand Aristide.

Hacia agosto de 2005, la vieja arma de subversión estadounidense reforzó sus posiciones en Honduras, donde era probable la victoria del moderado Manuel Zelaya en las elecciones de noviembre.

Frente a su decisión de sumar su país a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, luego de su victoria, el Departamento de Estado cedió a la USAID en ese territorio centroamericano 39,2 millones de dólares, en 2008.

Esto posibilitó fortalecer al sector privado para que obrara como contrapartida ante las reformas sociales de Zelaya, pero al unísono permitió atender de manera directa a la población vulnerable y así restar arraigo a los cambios promovidos por el gobierno a favor de estos sectores.

Para desarrollar la actividad entre los campesinos, la USAID promovió el programa «Campesino a Campesino», versión modificada del «Pueblo a Pueblo», que intentaron utilizar en Cuba como vía para introducir sus ideas y colaboradores dentro de la población.

Problemas de medio ambiente, suministro de agua, e incluso la atención a infantes contagiados con el VIH/SIDA, abarcaron las donaciones del ente en Honduras y sentaron condiciones para el golpe de Estado contra el presidente constitucional, el domingo 28 de junio de 2009.

En Bolivia, estimuló la balcanización, con fondos para acciones violentas y hasta para un golpe cívico -prefectural contra el primer mandatario indígena, Evo Morales, quien asumió la presidencia en 2006.

La USAID abrió en ese país suramericano una Oficina para las Iniciativas hacia una Transición (OIT), supuestamente encargada de reducir tensiones en zonas de conflicto y apoyar la preparación de los eventos electorales, desde marzo de 2004.

Esta representación entregó entonces, a través de la Casals & Associattes, Inc., más de 13,3 millones de dólares que pasaron a manos de los directivos bolivianos de 379 organizaciones, partidos políticos y proyectos, en medio del progresivo arraigo popular del líder cocalero.

Con éste en el poder, USAID- OIT enfocó sus esfuerzos para combatir e influir sobre la Asamblea Constituyente y estimular el separatismo de regiones ricas en recursos naturales, como Santa Cruz, Cochabamba, Beni, Pando y Tarija, acciones que llevaron a solicitar su expulsión.

De modo similar, en Venezuela, financió y apoyó a los artífices del golpe de Estado del 11 de abril de 2002; otorgó cientos de becas a organizaciones sociales, comunidades, partidos y proyectos políticos; y entregó decenas de dólares por «asistencia técnica» a los opositores de Hugo Chávez.

Pero los tentáculos de este pulpo de la llamada cooperación para el desarrollo, arma de penetración, vía dinero, de la época de la Guerra Fría , trascienden las fronteras latinoamericanas.

Tras la invasión y ocupación de Iraq, en abril de 2003, asumió la entrega de la ayuda bilateral a las compañías norteamericanas asentadas en el país árabe y su rol es incuestionable en cuanto a la articulación de la oposición al decapitado Sadan Hussein.

La USAID distingue por su actividad también en Afganistán y Pakistán, países víctimas de las guerras desencadenadas en los últimos decenios, con la misión de lavar la cara de las intervenciones.

Barack Obama invierte casi 40 mil millones de dólares anuales en esta empresa de inteligencia, cuyos objetivos declarados sólo sirven para engañar, espiar, penetrar y favorecer los intereses de quienes se creen, hasta ahora, los dueños del mundo, concuerdan analistas.

Múltiples son las evidencias de la incidencia en los conflictos arreciados en el presente siglo en el Oriente Medio y poco extrañará que afloren otras pruebas del cabal cumplimiento de la misión asignada desde su fundación a la USAID : explayar y afianzar por el mundo el poder de Estados Unidos. (Tomado de «USAID y el arte de la subversión» por Prensa Latina)